Cuando la voluntad de ayudar se convierte en un motivo para vivir

Fallece Hilidio Cano, presidente durante 20 años de Cáritas Parroquial

Miguel García Marbán

portadailidioAlgunas personas parecen haber pasado por la vida para cumplir una misión, en la mayoría de los casos con el deseo de hacer un poco mejor este mundo. La misión de Hilidio Cano fue la de estar siempre atento para ayudar a los demás. Este viernes, a los 69 años de edad el constante colaborador de la Parroquia riosecana, de Cáritas y de Manos Unidas fallecía después de una larga enfermedad, que al final le acabó venciendo.

Esa contante voluntad por intentar mejorar la vida de sus semejantes ya empezó en su Villanueva de San Mancio natal, donde Ilidio fue monaguillo de la iglesia del pueblo  desde niño “porque me gustaba este cerca del Señor”, según recordó ayer el párroco, Juan Carlos Fraile, durante el funeral. Años más tarde, ya Rioseco, continuó su constante labor de participar en todas aquellas actividades de ayuda a los demás.

ilidio2En la memoria quedan los más de 20 años como presidente de Cáritas Parroquial y su colaboración con la Parroquia y con Manos Unidas. Por eso, su esposa, Mariceles, y sus hijos, David, Mónica, Jesús y Raquel, tienen que saber que cada año con una nueva recogida de alimentos en Navidad, con la cena solidaria o con la marcha de Manos Unidas, el solidario espíritu de su marido y padre estará muy presente. También su ánimo estará cada miércoles en los locales de Manos Unidas a la hora de entregar ropa y alimentos a los más necesitados, como tantas veces hizo junto a Isabelino Perrote, también estará en las lecturas de las misas de cada domingo o en las procesiones del Corpus y de Semana Santa, en las que destacaba su presencia y sus ganas por mejorar.

Decía Hilidio que él era un poco de todos las hermandades riosecanas. Sin embargo, tenía una devoción especial hacia el Cristo de Castilviejo desde que su suegro le apuntara a la hermandad, a la que, con el tiempo, también pertenecería toda su familia. También tenía cierta predilección por el paso de La Escalera. En la Semana Santa de este año no quiso perderse ver de cerca a sus hijos, David y Jesús, sacar el descomunal grupo escultórico. Él mismo les ayudó a recogerse las túnicas y les dio el ánimo suficiente antes de escuchar el oído a rezar. Ahora, Hilidio, el hombre de la eterna sonrisa,  ya se encuentra junto a don Gabriel, con el que tantas horas pasó en intentar hacer algo mejor este mundo.

Estás palabras en recuerdo de Hilidio sirvan de homenaje a todos esos hombres y mujeres que cada día hacen mejor esta vida. A su esposa, Mariceles; a sus hijos, David, Mónica, Rubén, Jesús y Raquel; a sus nietos y resto de familiares; a todos sus hermanos del Cristo de Castilviejo y amigos, nuestras más sinceras condolencias. Amigo Hilidio, descansa en paz.

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