El historiador Francisco Antón fotografió Rioseco


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Nacido en la localidad zamorana de Corrales del Vino, en 1880, Francisco Antón Casaseca trabajó como periodista en varios diarios de Zamora y Madrid. Gracias a su labor diaria y su faceta de escritor, conoció a numerosas personalidades del momento, como a Miguel de Unamuno, con quien mantuvo una estrecha amistad.

Entre sus aficiones estaba también la Historia del Arte, llegando a ser presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de Valladolid y del Patronato del Museo Nacional de Escultura. También formó parte de las academias de Bellas Artes de Valladolid, Zaragoza y Madrid y del Seminario de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid. En 1916 se le encargó realizar el Catálogo de Arte Español, en concreto el tomo correspondiente a Valladolid, para el que realizó una serie de fotografías como esta que hoy reproducimos y en la que puede verse el aspecto que presentaban nuestras Puertas de San Sebastián a principios del siglo XX. El barrio, que era conocido entonces como El Arrabal, contaba con un sencillo caserío del que sobresalía el templo de Santa María y alguna casona decimonónica, como la que puede verse a través del arco de la izquierda, con su balconada de madera y su huerta.

Muchos somos los riosecanos que hemos conocido este aspecto primitivo del Arco de San Sebastián, con las cuatro almenas desmochadas, el escudo derecho desaparecido y las águilas que custodian el blasón de los duques de Medina de Rioseco, erosionadas por el paso del tiempo. Esta puerta se restauró con acierto en los años 80, llevándose a cabo una limpieza de la piedra, la apertura de una de las capillas (que había sido convertida en sacristía), la reposición de elementos perdidos y otras obras a las que en los últimos años se han ido uniendo las de la recuperación del histórico patrimonio mueble de la cofradía que regenta la ermita, cuadros, sillones fraileros, capillita portátil y retablo.

Como dato anecdótico podemos contar como al poco de ser restauradas las puertas, un camión de gran tonelaje se empeñó en cruzar por uno de los arcos, derribándole. Con suerte, la viga de acero introducida durante las obras de rehabilitación, hizo de sostén de la capilla del Cristo, evitando su derrumbe.

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