La inolvidable Conspiración de silencio (1955)


Luis Ángel Lobato

conspi2El director estadounidense John Sturges (1910-1992), pertenece a la generación posterior a la de los grandes maestros como John Ford, Howard Hawks, Rauol Walsh, Alfred Hitchcock o Fritz Lang.

Su estilo cinematográfico viene marcado, especialmente, por el magisterio de Ford o Hawks, aunque –a poco que uno se detenga– desde sus primeras películas se percibe un lenguaje propio en el ritmo interno de sus obras, en magnífica puesta en escena.

Autor todoterreno en cuanto a géneros (policial, cine negro, western, bélico, aventuras…) en su filmografía aparecen títulos tan impresionantes y famosos como Fort Bravo, Duelo de titanes, El último tren de Gun Hill, Los siete magníficos, La gran evasión, o la que hoy vamos a comentar, Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock).

Una mezcla alucinante de cine negro y western crepuscular se nos muestra en esta obra maestra de Sturges, interpretada por Spencer Tracy, Robert Ryan, Ernest Borgnine, Lee Marvin, Walter Brennan, Anne Francis y Dean Jagger, con un extraordinario guion de Millard Kaufman, una memorable utilización del formato Scope, que parece oprimir a los personajes, a la vez que amplía el plano geográfico, y ambientada justo después de concluida la II Guerra Mundial, cuando un excombatiente (S. Tracy) se adentra en la América rural y “profunda” para llevar a un padre la medalla al valor con la que fue condecorado su hijo, muerto en combate. Pero no desvelaré el argumento; sería como deshacer la historia que hay que ver

El film recuerda a algunos relatos de ambiente rural de uno de los gigantes de la narrativa estadounidense del siglo XX y creador, en la práctica, del género negro literario en su faceta Hard Boiled (relatos narrados desde la perspectiva del detective privado): Dashiell Hammett.

Racismo, xenofobia, odio, paranoia inundan a unos personajes que no pueden expulsar de sus entrañas el sentido de la culpa, de la cobardía, de la indecisión.

conspi3Magistralmente caracterizados por el director ya señalado, el gran John Sturges, todos los actores resultan memorables en sus interpretaciones, singularmente Spencer Tracy -el elemento extraño que perturba la aparente calma del taciturno pueblo- y Robert Ryan, el líder racista de un grupo de descerebrados «patriotas».

Y a tener en cuenta el paisaje, desértico, montañoso, abrasador, que enloquece a sus habitantes y no les deja otra opción que un asumido aislamiento y un rechazo brutal a cualquier intento de cambio.

Sin lugar a dudas, una de las grandes películas de Sturges, plena de denuncia social y de progresismo en una época tan nefasta y reaccionaria –Caza de brujas– en la política norteamericana.

Inolvidable y esencial.
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