Cine de julio y cortometrajes de ‘La Fila’

El autor del artículo analiza películas como Déjame salir, Paraíso o Clash

Gonzalo F. Blanco

La rotación de películas en las pantallas hace difícil ver todas las cintas de interés que llegan a los cines de Valladolid. Es decir, que son muchas las películas que merecen verse pero hay poco tiempo, o poca vida, para verlas todas. En el momento de escribir estas líneas son películas para “ver”: La promesa (EE.UU.), de Terry George, sobre el genocidio armenio, Marie Curie (Alemania) de Marie Noëlle, sobre la primera mujer en recibir un premio Nobel pero no la primera mujer en ser difamada por su vida privada, Las confesiones (Italia) de Roberto Andor, con ese actor inmenso que es Toni Servillo, El caso Sloane (EE.UU.) de John Madden, con una implacable Jessica Chastain, Paula (Alemania) de Christian Schwochow sobre la “incapacidad” creativa de las mujeres o Lady MacBeth (Gran Bretaña) de William Oldroyd, adaptación ejemplar de la novela Lady Macbeth de Mtsensk de Nikolas S. Leskov, Pero hay más…

-Déjame salir (Get Out) de Jordan Peele, es una de las grandes películas de la temporada. Un parodia burlesca y macabra, en principio, de Adivina quién viene esta noche de Stanley Kramer. ¿Recuerdan?: una pareja de jóvenes en la que ella es blanca y él es negro visitan a los padres de la novia. En Get Out la premisa es la misma, aunque los tiempos han cambiado: una pareja interracial visita a los padres de la novia blanca en su casa de campo, en la que los padres, en este caso, son demócratas, aparentemente abiertos y desprejuiciados… Solo hay pequeños detalles, mínimos síntomas, que van llenando al espectador de inquietud sobre la normalidad de lo que está viendo, sobre la peligrosidad de lo que están viviendo los personajes. El film de Jordan Peele discurre entre la intriga psicológica y el terror, sin perder de vista el recurso al humor negro. Las apariencias engañan y si pensábamos estar en una versión actual de Adivina quién viene esta noche, más bien vamos descubriendo estar en una versión materialista de la Semilla del diablo de Polanski.

Un enorme acierto del guionista y director de la película es la gradación de elementos que nos hacen “viajar” por distintos géneros cinematográficos de forma sucesiva: la comedia sentimental, la sátira blanda sobre las relaciones interraciales, el thriller psicológico, la ciencia ficción distópica, el terror político y social, para finalizar con una apoteosis “pulp” -único momento de exceso-, salpicado de un humor desenfadado y gamberro.

Un viaje escéptico al centro de nuestros prejuicios y fobias raciales más hondos, que pone a prueba nuestros barnices políticamente correctos, y contado desde el desenfado del uso y abuso de los géneros que quitan cualquier solemnidad a la película, pero no seriedad a la cuestión que narra. Jordan Peele es un director con un toque propio, como un nuevo Hitchcock redivivo y “rapero”.

Paraíso (Rai), Andrei Konchalovsky, fue presenta en la Mostra de Venecia (Premio al mejor director y Premio a la mejor actriz para Yuliya Visotskaya), y es un acercamiento al exterminio de los judíos y de los resistentes en la II Guerra Mundial. Hace dos año comentábamos en estas mismas páginas su anterior película El cartero de las noches blancas, rodada con actores no profesionales y que era una elegía sobre personas que viven más allá de la desolación y el olvido. Konchalovsky es un viejo director de las cinematografías del mundo y hacedor de los todos los géneros: El tren del infierno es una de las mayores películas de acción que se hayan rodado. Si no la han visto se la recomiendo.

Paraíso es una película rodada en blanco y negro y con el formato clásico 1,37:1. Falso documental con tres personajes que testimonian ante la cámara, desde un “más allá” narrativo: un policía colaboracionista francés, una resistente rusa refugiada en Francia y un jerarca de la SS nazis, intentan explicar las causas por las que tomaron las decisiones que les hicieron verdugos o los convirtieron en víctimas. Aterra pensar que el sentimiento de culpa, no por lo hecho sino por lo que no se pudo alcanzar a hacer, anida en la víctima, mientras que los verdugos consideran que hicieron lo que se esperaba de ellos o que, en el caso del aristócrata nazi, vivió en “el paraíso”. A la vez el film narra los hechos descriptos, en la línea ética y estética de El hijo de Saúl de Láslò Nemes -comentada en esta sección- o la Zona gris de Tim Blake Nelson. Una película muy seria y narrada por un sabio del cine. Demuestra que se puede hablar, desde el rigor y la emoción, de aquello que parece que no puede ser contado. Con toda la razón Konchalovsky mostró su indignación en la presentación del film en Venecia contra El pijama a rayas y la “banalización” de la Shoah.

-Clash (Eshtebak), de Mohamed Diab, pasó por Cannes y por la SEMINCI, en la que obtuvo el Premio al Mejor nuevo director y a la Mejor fotografía. La película cuenta la detención de un grupo de personas durante las manifestaciones que se produjeron en El Cairo tras el último golpe de Estado: el que depuso al primer presidente de los Hermanos musulmanes elegido en las urnas. La película se desarrolla dentro de un furgón policial de chapas de acero, en una tarde y una noche calurosa cairota. La cámara nunca abandona el interior del furgón y a los detenidos, que son un microcosmos del Egipto real: partidarios del ejército y de los islamistas, hombres y algunas mujeres, rigoristas y modernos, musulmanes y algún cristiano copto, civiles y un militar indignado… Una representación de la sociedad egipcia convulsa en sus contradicciones, encerrada en un espacio donde los odios se pueden trocar en solidaridad, y la hermandad en enfrentamiento según pasan las horas y las circunstancias se complican hasta llegar al paroxismo. Película “física”, en la que el calor, el sudor, la sangre, el miedo, las contradicciones, se palpan, se huelen, se sienten. No hay “buenos” ni “malos”, sino personas atrapadas literal y metafóricamente en el laberinto egipcio. Film de choque que prescinde de crear o desarrollar personajes en un sentido clásico, de los que solo aprehendemos pinceladas impresionistas. Un viaje al miedo, a la ausencia de emancipación, al choque de mentalidades, a la ausencia de dialogo… y al ansia de prosperidad y libertad.

Una experiencia cinematográfica total: no es El Cairo, ¡estamos en El Cairo!

En la primera semana de mayo se celebró el Festival de cine de cortometrajes La fila, dirigida por la cineasta riosecana Isabel Blanco, que montó hace unos meses una exposición sobre el festival en el museo de San Francisco y proyectó en el Teatro Principal los cortos ganadores de 2015. Los cortos presentados a concurso este año, de temática y géneros muy diversos -social, thriller, ciencia ficción, western…-, demostraron que este formato es un nicho de creatividad. Obtuvo el Premio al mejor corto de ficción Sexteen de Santiago Samaniego, el Premio al mejor guion Extraños en la carretera de Carlos Solano y guion de Carlos C. Tomé. El Premio para la mejor actriz fue para Carmen Gutiérrez (Sexteen) y el de mejor actor para Miguel Rollán (Tarde de pesca). Libremente se pueden ver en la Red.

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