Carretero, protagonista en los medios


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

articulo-sobre-aurelio-carretero-en-1900Nuestro paisano Aurelio Rodríguez Vicente Carretero, o sea Aurelio Carretero, ha vuelto a ser protagonista, sin quererlo, de los medios de comunicación. Hace algunas fechas los informativos provinciales daban a conocer un desacertado proyecto del ayuntamiento vallisoletano para reubicar su obra-homenaje al Conde Ansúrez, que preside desde 1903 la Plaza Mayor de la capital. Las intenciones consistoriales al parecer pasan por “buscar una nueva ubicación” al monumento dentro del mismo espacio urbano, bajo la excusa de que la escultura entorpece la visión de algunas de las actividades que allí se desarrollan.

La ocurrencia no es novedosa. A finales del siglo XIX y bien entrado el XX, las catedrales españolas también sufrieron una especie de obsesión por las reubicaciones. Se buscó erróneamente la desaparición de todo ornamento no arquitectónico, que -en opinión de los técnicos puristas de la época y de algunos eclesiásticos, sin cualificación ni conocimientos artísticos e históricos- entorpeciera la visión del altar mayor. Se empezó por eliminar lámparas, colgaduras, esculturas, rejas, exvotos, tenebrarios, facistoles, púlpitos, arquibancos, armarios, dípticos y trípticos… cebándose en este empeño iconoclasta con los coros y sillerías. El resultado fue el falseamiento de la imagen de los templos católicos, caracterizados desde su origen por el horror vacui y por la acumulación en su interior de todo tipo de decoración mueble, propia de su tradición y su liturgia. Se buscó una ilógica imitación de las vacías y frías iglesias protestantes y se encontró, a la postre, con la pérdida de siglos de historia y de infinitas piezas artísticas.

Muchas de estas obras, por considerarse molestas e irrelevantes, se arrumbaron en sótanos, donde resultaron dañadas por el abandono o pasaron directamente al mercado anticuario. Es el caso de la propia reja de la catedral de Valladolid: retirada de su ubicación original, por considerarla incómoda para la visión de los fieles, acabó años después siendo comprada por el coleccionista norteamericano William Hearst. Hoy se encuentra expuesta en una de las salas dedicadas al Arte Medieval, del Museo Metropolitano de Nueva York y es protagonista, todas las Navidades, por instalarse ante ella un gigantesco árbol y un bello belén napolitano, propiedad de la institución.

Tres años antes de la realización del monumento al conde Pero Ansúrez, el artista riosecano Aurelio Carretero recibía grandes elogios en la revista “La Ilustración Nacional”. En un artículo, acompañado por su fotografía, se alababa su trabajo, destacando su reciente obra dedicada al escritor vallisoletano José Zorrilla, que poco tiempo más tarde, sería inaugurada en la plaza del mismo nombre.

Esperemos que un siglo y pico después, su escultura del fundador de Valladolid, no acabe como la famosa reja, depreciada y relegada a un oscuro rincón, hasta su reubicación en algún museo extranjero, que sí sepa reconocer y apreciar su valor.

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