Burrieza: «La Semana Santa son las cosas de Dios para con Rioseco»

El historiador vallisoletano en su pregón de Semana Santa 2013 convierte la ciudad en el escenario de los principales pasajes de la vida de Jesús

J.A.G. / Fotos: Fernando Fradejas

Ya lo avisó el historiador Javier Burrieza. “En mi pregón haré descender a los personajes de los pasos y los altares y situaré los principales acontecimientos de la vida de Jesús en medina de Rioseco”. Y así fue. El vallisoletano protagonizó un emocionado Pregón en una abarrotada iglesia de Santa María en el  que lanzó un claro mensaje: “Este, el de la vida, es mi auténtico pregón. No conmemoramos el centenario de ninguno de nuestros ilustres. Celebramos el triunfo sobre la muerte y el sufrimiento”.

Javier Burrieza fue recibido en la Junta de Cofradías por un buen número de autoridades entre las que se encontraba el delgado del Gobierno, Ramiro Ruiz Medrano, el presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, el delegado territorial de la Junta, Pablo Trillo o el alcalde de Rioseco, Artemio Domínguez y el vicario general de la Diócesis, Luis Argüello, además de todos los mayordomos de las 17 cofradías riosecanas, portando sus varas mayores. Asimismo, la Junta de Cofradías reconoció en los prolegómenos del pregón la labor de Mariano Ramos, Antonio Concellón y del fallecido Vicente Martín, en la persona de su mujer Begoña Cortés.

Burrieza estructuró su alocución en cuatro grandes bloques diferenciados. En primer lugar justificó su labor: “Pregonar a los que se encuentran en esta iglesia, a los que viene de camino y a los que están próximos, las celebraciones de pasión, la grandeza de los pasos, procesiones y cofradías de Medina de Rioseco”.

El pregonero agradeció a su familia “que durante generaciones han manifestado sus devociones por los santos de palo” y recordó a la riosecana Salud Manso León, “prima de mi abuelo materno, de la que aprendí a que todo se debe hacer ritualmente en Rioseco”, gracias a ella Burrieza asistió a su primera procesión en el año 1986. Tampoco faltó recuerdo emocionado a Godrofredo Garabito Gregorio y dijo que con la talla de Jesús Atado a la Columna, que presidió el pregón, quiso homenajear “todo vuestro patrimonio procesional”.

Fue en su segunda parte, cuando hizo de Medina de Rioseco “un Evangelio que han sabido leer sus habitantes con naturalidad”. De esta forma, sitúa la anunciación en la iglesia de San Francisco, inspirado por la Virgen de la O, o el nacimiento de Jesús en la ermita de Castilviejo “porque en la ciudad no había sitio en la posada, plagada de mercaderes, cambistas banqueros, artistas y artesanos que laboraban las mercaderías más diversas y lejanas de la India Chica”. Hace bajar a sus apóstoles, los Zebedeos, del retablo de Santiago, y convierte a un labriego de Valdescopezo en Simón de Cirene. Recuerda cómo María “ha visto a su hijo desde el balcón entrando en la ciudad, a lomos de un borrico, por debajo de aquel Arco de Ajujar”.

En su pregón, Burrieza hace que los sayones coman “aceitunas negras con pimentón y escabeche” (plato típico de las cofradías) “mientras las mujeres permanecen a los pies de la Escalera para recibir su cuerpo (…) todos ellos con una Lágrima, convertida en marcha fúnebre de sus pasos”. Y por último, sitúa el sepulcro “allá en lo alto, en el camino de Villanueva de San Mancio”.

El historiador vallisoletano que concibe este mandato de pregonar la Semana Santa de Rioseco como “un regalo”, hace en su tercer capítulo un alegato a Medina de Rioseco, a su Pasión, a sus gentes, a sus familias,  a los cofrades y a sus hermandades y en especial a los niños, que juegan a los pasos y “usan el lapicero para tapetán sobre las mesas de sus clases”. “Sí, Rioseco es liturgia permanente de Pasión, a sus estilo, en su lenguaje, con el transcurrir de los siglos, con el paso de la tradición que hace familia, brota de la tierra, dibuja eternidad”, pregonó.

No se olvidó Burrieza de los centenarios ritos de la Pasión de Rioseco y bautizó la Rúa Mayor cómo “la carrera privilegiada de la Semana Santa de España”. “algunos querrán preguntarse si esto es fiesta, folklore, religión o tradición… ¡qué más da! La Semana Santa son las cosas de Dios para con Rioseco… ¡oído ahí!, la manera en que habla Cristo desde la cruz para recordar que esta ciudad necesita del cielo para que todos la conozcan”.

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