
Así lo pudieron comprobar los hermanos del Ecce Homo que acudieron, hace unas fechas, a la misa organizada por la cofradía para bendecir la imagen de su talla titular ya restaurada. Los hermanos estuvieron acompañados por los nietos y la nuera de Tomás Alonso Serrano, que fue quien donó la imagen de Pilatos a la cofradía riosecana en el año 1901. “Fue un momento muy especial y emotivo que nos hizo recordar muchos recuerdos de Semana Santa en Rioseco con mi abuelo, mi padre y mis tíos”, asegura Fernando Alonso, uno de los nietos; quien también ha seguido el proceso de restauración de la figura que donó su abuelo. Además, hasta el taller del imaginero riosecano se desplazaron algunos niños y la directiva de la cofradía para observar el resultado de la restauración que ha desvelado importantes matices, que el tiempo se encargó de borrar.

“Lo primero que se hace es una evaluación, después una limpieza donde se ven realmente los daños y su magnitud, luego se restauran lagunas cromáticas, faltas volumétricas y dilataciones, principalmente, y lo último es ponerle el color”, detalla Ángel. Quien añade que “ha sido complejo, pero ha merecido la pena”. Y es que la imagen estaba muy machacada por el tiempo; puesto que no consta prueba documental de intervenciones en esta talla en las actas de la hermandad. “En los cincuenta años que llevo yo en la cofradía no he conocido ninguna”, confiesa Julián. No obstante, Ángel cree que pudieron hacerse «al menos dos restauraciones por diferentes autores» y que la última de ellas pudo ser «en torno a los años 30 y 40».
En la restauración, destaca la limpieza completa de la talla, labor que ha supuesto la retirada de importantes capas de suciedad. La renovación de la piedra de la base, que estaba muy afectada por la carcoma y fue imposible su recuperación. Y la compleja policromía de la túnica, que refleja variadas rugosidades. “En este caso imitamos una túnica de algodón, buscando siempre el tono original, puesto que teníamos muestras”, aclara Martín. Así como el relleno de un gran agujero que presentaba la figura en el hombro. “En el hueco añadí una pieza de madera, la tallé y para que no se mueva la encolé como se hace tradicionalmente: con cola de lino y de conejo; y ya después hice el estucado”, cuenta el imaginero.

En definitiva, las labores de restauración y repinte llevadas a cabo por el imaginero riosecano y su mujer han recuperado la esencia inicial de la escultura y han devuelto a la talla su máximo esplendor. Todo ello respetando y conservando lo original. Resultados con los que la cofradía del Ecce Homo se muestra “muy contenta y satisfecha”.
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