Pizarro pide que Rioseco sea declarada como Ciudad Taurina

En la clausura de la Semana Taurina de Jorge Manrique disertó sobre las dos edades de oro del toreo y demandó un museo taurino en la Plaza de Toros

J.A.G.

El ginecólogo y aficionado al mundo de la tauromaquia, Alberto Pizarro, ha pedido que el Ayuntamiento de Medina de Rioseco declare el municipio como Ciudad Taurina y ha lanzado la idea de instalar un pequeño museo taurino que recoja los avatares del Coso del Carmen –en el propio recinto- especialmente todo los relacionado con el medio centenar de  festivales taurinos organizados por los hermanos Peralta.

Esta fueron algunas de sus conclusiones obtenidas durante la clausura de la Semana Cultural Taurina, organizada por la Peña Jorge Manrique, que contó con un trabajada conferencia del riosecano Alberto Pizarro en la que disertó sobre las dos edades de oro del toreo riosecano. Pizarro se refirió a la época en la que los hermanos Peralta celebraron los exitosos festivales a beneficio de la residencia de ancianos de la localidad y también al floreciente momento taurino que vivió la localidad en el siglo XVII.

Precisamente, esta época fue analizada por el médico sabedor de lo “novedoso” de los descubrimientos. “Si en el siglo XVII comienza el declive de la ciudad, la plebe aprovecha este momento para potenciar el toreo en la localidad”. Alberto Pizarro destacó la presencia de uno de los primeros toreros profesionales: Perico Nieto, riosecano de nacimiento. “En 1663 figura un contrato para ejecutar suertes del toreo a pie, banderillas y alancear a pie y a caballo en la Plaza  Mayor de Valladolid a toros de 6 y 7 años”.

En esta época, y para dar la bienvenida a la segunda mujer de Carlos II, Mariana de Neoburgo, se organizó una serie de fastos donde no faltaron los toros, seguramente organizados por cualquiera de los dos últimos almirantes: Juan Gaspar Alonso Enríquez de Cabrera –al que Pizarro comparó con Ángel Peralta “gran jinete y poeta”- o su hijo Juan Tomás, el responsable de los Caballeros de San Juan Bautista y un tipo muy «peculiar y pendenciero».

En su fundamentada alocución, Pizarro argumentó que entre 1650 y 1699 la comarca fue “un vivero de toros bravos” con varias ganaderías en Montes de Torozos y la Vega del Sequillo y que llegó a contar con hasta cuatro escenarios donde se daban toros: “Los jardines de la dársena del Canal, el corro de los Toros [hoy corro del Asado], la plaza Mayor y, ocasionalmente, el Huerto del Convento de San Francisco”.

La segunda edad de oro y ¿la tercera…?

Y si esta fue la primera edad de oro, la segunda llegó al auspicio de los Peralta y sus cincuenta festivales taurinos. Alberto Pizarro desgranó el génesis de este festejo, que hunde sus raíces en el año 1951 con un primer festival que organizó Luis Miguel Dominguín, aunque él nunca llegó a torear. En el 53 Ángel Peralta tomó el testigo y Alberto Pizarro desveló algunos “chascarrillos” de sus ediciones. “El triunfalismo del palco”, “la excesiva permisividad que provocó que el riosecano El Almirante se tirara de espontáneo a un novillo de Ostos o la alternativa como rejoneador en 1979 de El Cordobés, que pudo acabar en tragedia”.

Algunas de las faenas cumbres fueron la de Ordoñez, en 1979; o Pepe Luis Vázquez, en 1961; y muchas de Roberto Domínguez. El autor de la obra De Enríquez a Manrique. Una taurología, desveló algunos secretos como el de Curro Romero que no quería estar con los demás toreros sino con los ancianos, o el salmantino Santiago Martin El Viti quien declinó la invitación de las hijas de la Caridad porque “a estos sitios hay que venir comido y bebido” y solo aceptó una copa de chinchón, o la “zafia» de Jaime Ostos que «organizaba timbas de cartas y asaltaba con nocturnidad las cocinas de la residencia”.

Pizarro criticó la “cicatería” de Antoñete y Manolo Vázquez que “cobraron un millón de pesetas en el festival matinal televisado” o la “insensibilidad” de Paquirri “acompañado de su barragana Lolita” quien preguntado por el párroco don Gabriel Pellitero sobre un posible festival para restaurar la ermita de Castilviejo debió de bromear diciendo: “Lolita, un cura que viene a casarnos”.

Tuvo palabras de alabanza para los hermanos Peralta. “Ángel fue un hombre del Renacimiento en el siglo XX, tenía una gran autoridad moral sobre los toreros y la deuda de Rioseco con el centauro es impagable”. De Rafael, que se incorporó al festival en 1958, dijo que era “el paradigma de la campechanía y la antítesis del señorito andaluz”. Para Alberto Pizarro el festival consiguió: “que de la sopa clara se pudiera llegar a los albañiles para reformar la residencia, catapultar las fiestas riosecanas, crear una gran afición con una pléyade de novilleros, cuyos máximos exponentes fueron los matadores de toros Jorge Manrique y su sobrino César”, apuntó.

El médico finalizó su conferencia reflexionando que no ve esperanzado la llegada de una tercera edad de oro del torero riosecano: “no existe campo bravo y no apunta ningún torero”. Alberto Pizarro fue el protagonista de la clausura de la semana Cultural Taurina de la Peña Jorge Manrique, que tuvo lugar en el Casino, junto al médico afincado en Logroño participaron: el editor de la Agenda Taurina Internacional, Vidal Herrero; el venezolano William Cárdenas, presidente de la asociación internacional de Tauromaquia ; el catedrático Antonio Purroy Unanua; el presidente de la Peña, Chema Rueda y el de la Federación taurina de Valladolid Justo Berrocal, así como el aficionado Raúl Manrique. También estuvieron presentes el alcalde, Artemio Domínguez y el delegado territorial de la Junta en Valladolid, Pablo Trillo-Figueroa, quien clausuró las jornadas.

Emotivo homenaje a Manolo Blázquez
La segunda de las jornadas de la Peña Jorge Manrique fue una de las más emotivas de los últimos tiempos con el homenaje in memoriam al matador medinense Manolo Blázquez. Los matadores de toros Santiago Castro Luguillano y Raúl Alonso; Jesús Ramón Rodríguez, concejal de Festejos de Medina del Campos, los aficionados José María Domínguez del Palacio y Manuel Lobato Cartón, además de Begoña Blázquez, hija del homenajeado y el riosecano Lorenzo García, amigo del torero, rindieron honores al fallecido hace unos meses. Domingo Nieto, su biógrafo y crítico taurino de Cadena Ser, moderó el acto. [Foto federaciontaurinavalladolid.com]

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