Aganzo se acerca a los 7 dolores de la Virgen en un sentido pregón

El director de El Norte, Carlos Aganzo, glosó la Semana Santa riosecana en un pregón dedicado a la Virgen Dolorosa en el que describió el sentimiento riosecano

J.A.G. Fotos: Fernando Fradejas

“Hoy he venido hasta aquí para comparecer delante de vosotros en este sobrecogedor presbiterio de Santa María de Mediavilla, con la intención de volver a recordar, dos mil y unos cuantos años después, el impresionante dolor de la Dolorosa. He venido dispuesto, como decía el maestro pregonero don Félix Antonio González, a quitarle el freno de mano al corazón. Porque en Medina de Rioseco, desde hoy y hasta el día del anuncio triunfal del Resucitado, todos los corazones van a ser uno: el corazón de los siete cuchillos de María. El corazón de una de las Semanas Santas más Semana Santa del mundo”. Con estas bellas palabras iniciaba su pregón el periodista y poeta, Carlos Aganzo, director del diario El Norte de Castilla.

Aganzo quiso honrar a la Virgen Dolorosa, imagen que presidió el acto por expreso deseo del pregonero, dedicándola un muy espiritual pregón, que tuvo como hilo conductor los siete Dolores de la Virgen, representados en “Siete espadas en el corazón de la Virgen de los Cuchillos”. Esa talla de la madre “que en silencio acompaña mis palabras, de manos de Tomás Sierra, en la extraordinaria estela del taller de Juan de Juni, el maestro de los dulces rostros de María, para ser entregada a los hermanos de la Cofradía Penitencial de la Vera Cruz”.

El periodista comenzó con un repaso histórico a la Ciudad de los Almirantes “que tomó carta de identidad entre los siglos XI y XII, y que empezó a ser grande en el siglo XIII”, para luego centrarse en la iglesia de Santa María. “¡Cómo expresar lo que uno siente aquí, entre tantas maravillosas obras de arte, este gozosamente doliente Sábado de Pasión, con el lamento del pardal todavía estremeciendo las caracolas del oído y el redoble de los tapetanes poniendo métrica de Semana Santa en el desbocado latido del corazón!”, exclamó el pregonero, antes de ir recordando uno por uno todos los dolores de la Virgen y relacionarlos con la Pasión riosecana.

Su condición de poeta se dejó notar en sus líneas cuando rescató versos de Gerardo Diego, el poema Hombre Solo o la famosísima sentencia de Miguel de Unamuno y con una prosa muy bien cuidada. “Por la Rúa Mayor, por donde desfilan y bailarán los pasos los días grandes de la semana, Jueves y Viernes Santo, el itinerario del Vía Crucis se marca con cruces vacías, antorchas y faroles. Gimen las maderas centenarias sobre las que se apoyan los soportales de la principal calle de Rioseco y en sus vetas, transfiguradas por el baile de las luces, empiezan a descifrarse ya con nitidez los signos de la tragedia. Cada quien lleva su particular cruz a cuestas, como ha sido, como es y cómo será siempre, y en la inmensidad de la noche castellana el misterio empieza a cobrar forma en los corazones de los hombres”, dice el premio Gil de Biedma y Jorge Guillén de Poesía, antes de narrar y relatar todos y cada uno de los pasos y su significado que componen la Semana Santa riosecana.

Aganzo sigue describiendo cómo es uno de los días más grandes en la Ciudad de los Almirantes. “Es viernes y ya no hay túnicas negras ni moradas. Tan sólo túnicas blancas. Blancas como el sudario que envolvió el cuerpo de Jesús tras su descendimiento. Los pasos grandes, La Crucifixión y El Descendimiento de la Cruz, aquí siempre el Longinos y la Escalera, ilustran magistralmente el sexto dolor de María: el desgarramiento de la lanzada en el costado de Jesús y la impresión de recibir en sus brazos el cuerpo del hijo, ya muerto, después de haberlo desclavado de la cruz”.

Y el pregonero recuerda que la Semana Santa no acaba el Viernes Santo porque “el milagro sucederá el domingo. Porque la Semana Santa de Rioseco empieza y termina con alegría. Entre la entrada triunfal en Jerusalén y la Resurrección de Jesús han transcurrido exactamente siete días. Como los siete cuchillos que atravesaron el corazón de María”, y sigue diciendo para concluir: “Ya se ha roto la losa del silencio, y la Ciudad de los Almirantes respira aliviada, después de siete días de vivir con el corazón en un puño. Ya se marcha  el dolor y se percibe el amanecer de un nuevo día. Ya están los riosecanos y riosecanas pensando en la Semana Santa del año que viene…”

Un pregón que caló hondo entre las cientos de personas que abarrotaron la iglesia de Santa María, en un acto, que además de dar el pistoletazo oficial al inicio de la Semana Santa riosecana, sirvió para homenajear a la Consejería de Cultura y Turismo, nombrándola miembro de Honor de la Junta Local de Semana Santa, título que recogió el director general de Turismo, Javier Ramírez. También se reconoció la labor de los últimos años en la Junta de Cofradías, Alfonso Rubio de Castro.

Muchas caras conocidas en una abarrotada iglesia
Además del protagonista por excelencia del pregón, Carlos Aganzo, y los mayordomos de las 17 cofradías riosecanas, en la iglesia de Santa María, ante la imagen de la Dolorosa se dieron cita multitud de caras conocidas. No faltó el delegado del Gobierno, Ramiro Ruiz Medrano, el delegado territorial de la Junta en Valladolid, Pablo Trillo-Figueroa, el presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, y el alcalde de la localidad, Artemio Domínguez, acompañado por gran parte de su corporación, además de su homólogo en Valladolid, Francisco Javier León de la Riva. La ex consejera de Cultura, Josefa Fernández, o la gerente de Sotur, Cristina Mateo, así como los diputados, Jesús García Galván y María Jesús Lobo también ocuparon sus asientos en la iglesia. El presidente de los Empresarios, Víctor Caramanzana, y el de Protemplos, Antonio Santamaría, presenciaron el acto, al igual que el párroco Juan Carlos Fraile, o el emérito don Gabriel Pellitero o el responsable de Relaciones Públicas de El Corte Inglés, el riosecano José Antonio Lobato.

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