Cerca de 700 personas descubren las emociones de la Capilla

La Hermandad del Descendimiento "sorprendida" por la acogida de sus visitas audioguiadas a la Capilla de los Pasos, dentro del 350 aniversario de La Escalera

Laura Alonso. Reportaje Gráfico: José Ignacio Santamaría

Algunas sorpresas y escalofríos, lágrimas y muchos sentimientos, el resurgir de ciertas emociones dormidas, recuerdos, añoranzas y evocaciones a épocas pasadas han llenado la Capilla de los Pasos Grandes de Medina de Rioseco este fin de semana, gracias a las visitas audioguiadas, organizadas con motivo de la celebración del 350 aniversario de la Hermandad del Descendimiento. Cerca de 700 personas han pasado por el recinto que alberga la talla de La Escalera, como es conocido en la ciudad El Descendimiento, y la de La Crucifixión o Longinos. “Es una cifra que ha superado todas nuestras expectativas”, aseguró Jesús Vicente Brezmes, presidente de la Hermandad.

Bastaba con relajar la mente y dejarse llevar por las luces y las sombras, por las imágenes y las voces. Bastaba con sentir, con permitir a los sentimientos fluir. Bastaba con dejarse embriagar por el ambiente. Bastaba con cerrar los ojos y escuchar las historias de estos magníficos grupos escultóricos y del recinto en el que descansan durante todo el año de la mano de diferentes narradores. Un cofrade atemporal, el arquitecto Pedro de Nantes, que diseñó la Capilla, y Francisco Díez de Tudanca, autor del paso, desvelaron a los visitantes los entresijos que se esconden entre las maderas del techo de la capilla y sus baldosas y entre la pintura policromada de cada una de las esculturas.

La narración se detuvo, al igual que los corazones de los asistentes, en el momento de la recreación de la salida del paso de la Escalera, uno de los más emotivos de la Pasión riosecana. Y es que hay ciertas emociones y sentimientos que no se pueden explicar con palabras. Hay que vivirlos. Hay que sentirlos. Así es esta Semana Santa. No hay expresiones, no hay literatura, ni hay letras que puedan describir los nervios previos, las indicaciones del cadena, el grito de oído, el silencio, el golpe en el tablero, la oración por los que ya no están, el sonido de las horquillas, la llamada a recoger túnicas y medallas, los ánimos, la responsabilidad de los 20 hermanos que van a sacar el paso, el orgullo del mayordomo, la emotividad de la música, las lúgubres notas de La Lágrima, el calor de los hermanos que esperan a su paso en el corro de Santa María y los aplausos con los que le reciben. No hay palabras.

Los visitantes pudieron experimentar todos estos íntimos instantes que a buen seguro todos y cada uno de los hermanos que una vez fueron los protagonistas, tienen grabados a fuego en su piel, en su mente, en sus recuerdos y en su corazón. Momentos tan emocionantes como inexplicables. Desde la organización, pretendían “despertar los sentimientos y dar a conocer un patrimonio tan intangible como son las vivencias de nuestra Semana Santa”, y lo han conseguido con creces. Riosecanos y foráneos procedentes de Sevilla, Bilbao, Zamora y Francia, sin ninguna vinculación con la Semana Santa riosecana salían de la visita con un brillo especial en los ojos. Un brillo que tan solo un acontecimiento como este puede despertar. «Lo más positivo es que todo el mundo al salir aseguraba encontrarse asombrado y emocionado», cuenta Jesús Vicente.

Representantes de la Junta de Gobierno de la Quinta Angustia, cofradía titular del paso del Descendimiento sevillano, confesaban haberse quedado con el “vello de punta” tras la visita. Algo realmente significativo, que refleja hasta que punto esta experiencia a través de los sentidos ha conseguido rebosar todas las emociones. “Que los representantes de una Semana Santa tan grande como es la sevillana en la que la emoción es inmensa salgan con esa sensación de nuestra capilla es muy grande y muy bonito”, confiesa Jesús Vicente Brezmes.

Con los ojos llorosos y “lleno de emoción”, estaba Jesús Sebastián Ballesteros, un riosecano afincado en Francia. Jesús, junto con su hijo y su mujer, viene a Rioseco todos los años, pero no siempre les coincide poder hacerlo en primavera, cuando las soportaladas rúas de la ciudad de los Almirantes se llenan de faroles y túnicas. “Hace tres años que no veíamos la Semana Santa y verlo así nos ha impresionado mucho”, aseguraba haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas. Su mujer no pudo decir nada totalmente embriagada por este especial sentimiento que solo quienes lo han sentido saben realmente lo que es. Sin duda, son declaraciones con las que tanto la Hermandad del Descendimiento como la empresa colaboradora Dualia Producción y Comunicación han de sentirse muy orgullosos y satisfechos.

La idea surgió cuando los organizadores se reunieron para plantear los actos que se podían realizar. “Pensamos en imitar las recreaciones teatralizadas que se hacen en el Convento de San Francisco”, afirma Ángel Gallego uno de los promotores de esta iniciativa y escritor del guión. Desde la hermandad ya se plantean volver a repetir estas innovadoras y únicas visitas. “Debido al rotundo éxito que han tenido y puesto que como la temporada estival es en la que más gente está de vacaciones y hay muchos hermanos que no han podido asistir, estamos barajando la posibilidad de repetir la experiencia en el próximo mes de octubre”, asegura el presidente de la hermandad.

Los actos conmemorativos se sucederán hasta el próximo mes de junio
Esta iniciativa que ha sido tan exitosa es uno de los platos fuertes del programa elaborado por la Hermandad del Descendimiento  que conmemora su 350 aniversario y que se desarrollará hasta el próximo mes de junio de 2014. “Tenemos preparados, al menos, un acto al mes”, asegura Ángel Gallego. Para el mes que viene han organizado una peregrinación a Castilviejo, para celebrar una misa y una ofrenda floral a la Virgen, con motivo de la festividad. Además, “en el mes de octubre realizaremos una exposición de fotos de la hermandad”, adelanta Ángel Gallego. En los próximos meses diferentes encuentros y conciertos serán los encargados de conmemorar el 350 aniversario del paso de La Escalera en Medina de Rioseco.

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