Los robos en Medina de Rioseco no cesan. La cadena de hurtos que ha sacudido en los últimos meses a una decena de establecimientos de la Calle Mayor y la zona centro del municipio, han dado el salto a varias empresas ubicadas en los polígonos agrario y Alto de San Juan, así como al polideportivo municipal y a un puñado de peñas de jóvenes riosecanos. En todos los robos se busca el dinero fácil o material que pueda ser vendido sin dificultad.

La peor parte de esta sucesión de robos se la llevó la empresa Agrosev, regentada por Pedro Galván en el polígono agrario. “Se llevaron 380 euros en metálico y un ordenador portátil en el que teníamos una aplicación para hacer todo tipo de transacciones y operaciones agrarias”, asegura Galván. A su oficina entraron por una ventana y apoyando un pie en una mesa con folios, que “no se descolocaron, lo que apunta a que el presunto ladrón es de complexión delgada y posee cierta agilidad”, explica.
Además, y según los datos que ha obtenido este periódico, otras empresas de la zona también sufrieron hurtos en esa noche, como la empresa de los hermanos Pastor y otras dos naves de las que se llevaron herramientas y algunos litros de gasolina.

En el interior del recinto polideportivo rompieron los cajetines de la pista de pádel y del frontón en las que se introduce el importe para hacer funcionar la luz en los meses de invierno, pero el equipo de música de la piscina pasó totalmente inadvertido para los ladrones, “que solo iban en busca de dinero”, tal y como cuentan los empleados.
Ni siquiera las peñas han pasado inadvertidas para esta banda de rateros que llevan operando durante varios meses, sin que por el momento se haya logrado su detención. Después de la semana de fiestas de San Juan, varias locales utilizados a modo de peña fueron asaltados. En todas ellas el resultado fue el mismo: sustrajeron equipos informáticos utilizados para poner música, así como altavoces y amplificadores, y botellas de bebidas alcohólicas. El propietario de uno de estos locales explicó que había interpuesto denuncia ante la Guardia Civil por el robo de un ordenador y una docena de botellas.
Un modus operandi reincidente
Estos robos son el último capítulo, hasta el momento, de la cadena de sustracciones que comenzó a principios de este año con una acción contra la droguería May Domínguez Palencia, que ha sido el establecimiento que se ha llevado la peor parte, habiendo sido asaltada en tres ocasiones. Tras este incidente, se robaron 600 euros en el Hostal Castilla y otros dos locales hosteleros fueron el objetivo para realizar una acción similar, pero los cristales blindados de ambos negocios frustraron sendos intentos. Los robos en la carnicería Valentín, en la panadería Ángeles, en el Bar la Panera, en las dependencias de la familia San José, en el bar Toñín y la carnicería Duvall completan una lista que asciende a casi veinte hurtos en los últimos cinco meses. Cifras preocupantes para la ciudadanía que pide actuaciones al respecto.
El modus operandi coincide en todos estos casos señalados. El patrón de actuación es el mismo y los objetos sustraídos también. Estos presuntos ladrones buscan sobre todo dinero, una premisa en la que coinciden todos los propietarios de los diferentes comercios y empresas que han sido víctimas de esta banda. Otra de las características que apuntan la totalidad de los damnificados es que se tiene que tratar de personas con una gran destreza y habilidad y con una complexión corporal muy fina, puesto que los agujeros por los que acceden son realmente pequeños.
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