El cierre de la Fragua de Vulcano: batalla desigual

Alberto Fernández, propietario del bar precintado por el Ayuntamiento, asegura en este escrito sentirse discriminado al cumplir toda la normativa sectorial

Alberto Fernández Brezmes

Un momento del precinto del local por parte de la Policía Municipal

El miércoles 21 de diciembre de 2011, el Ayuntamiento de Medina de Rioseco por orden del Concejal de Urbanismo, ha precintado mi negocio La Fragua de Vulcano,  que cumple con TODA la normativa sectorial. Me siento discriminado porque a nadie le están exigiendo lo que me exigen a mí. ¡Tendré que pedir amparo al Diputado Provincial del área de “Igualdad de Oportunidades”!

Llevan dos años jugando conmigo, con mi dinero, con mis ilusiones, con mi futuro y en definitiva con mi vida, dándome largas y engañándome, pero todo tiene un límite. ¡Se ha acabado el juego!

La batalla “legal” (¡qué contrasentido!) ha comenzado. Soy consciente de que no entro en igualdad de condiciones (Yo voy a gastar de lo mío y  ellos, si mañana pierden, también van a gastar lo mío y lo de todos los riosecanos;  o ¿tal vez lo van a pagar de su bolso?)
Además es una guerra rara, ya que el que da las órdenes es el cabo chusquero y tiene amedrentados a todos los “mandos” incluidos el general y el coronel.

Pero hay algo en lo que tengo ventaja: tarde o temprano el que gana es aquel que cree poder ganar y en este caso no sólo lo creo, sino que estoy seguro, porque aunque se empeñen en lo contrario, la ley me ampara.

En esta guerra desigual, de momento  el general del bando contrario no da la cara, se mantiene en la retaguardia, ¿Será por miedo o está tan seguro de la derrota que ha mandado a su ejército a una muerte segura pensando en salir indemne? No ha firmado ningún plan de ataque, se lo encarga a sus soldados, que realmente no saben lo que están firmando y además no están legitimados moralmente para hacerlo (¿Cómo se puede ordenar el precinto de un negocio LEGAL, cuando tú, presuntamente no lo estás? ¡otro  contrasentido!) . No se han dado cuenta que hay órdenes del soberano que no deben ser obedecidas  ¿O alguno ya se ha dado cuenta y por eso ya no firma? ¡Cuántas preguntas sin respuesta!

En el arte de la estrategia ofensiva hay algunas cosas muy claras: el buen  general no  manda a sus hombres a trepar por los muros,  porque sabe que la mayoría morirán sin tomar la ciudad. Esto es lo que hay que pagar por tal imprudencia y es el general el que debe decidir entre avanzar o hacer retroceder a sus tropas según las circunstancias, ya que algunas veces un ejército débil puede vencer a uno fuerte. Deberían aprender  el axioma militar de no avanzar cuesta arriba contra el enemigo, ni oponerse a él cuando viene cuesta abajo…  y yo, voy lanzado porque la verdad triunfa por sí misma, mientras que la mentira necesita siempre complicidad.

Pero ya se sabe: quien te lastima te hace fuerte, y a veces es divertido saber que aquellos que te desean lo peor, tienen que soportar que te ocurra lo mejor.

¡Gracias por todo y suerte  “mi general”!

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