Más de 11.000 kilómetros y treinta horas de vuelo separan Manila, la capital de Filipinas, y Medina de Rioseco. Es la distancia que ha tenido que recorrer el joven ingeniero Jorge Martín Valencia para cumplir un sueño: sacar el paso del Descendimiento más conocido como La Escalera. En los últimos años, por cuestiones laborales, no ha podido asistir a la Semana Santa del pueblo natal de su padre. La última vez fue en 2013, cuando el honor de sacar el pasó recayó en su hermano Raúl, que vive en Estados Unidos.

Ingeniero de desarrollo de una conocida empresa de Energías Renovables, Jorge Martín pasó tres años en China, donde aún entendía mucho menos su pasión por la Semana Santa. “En Manila, llevo desde 2015. Allí son católicos y entienden mucho mejor nuestras tradiciones. De hecho, el pasado Viernes Santo estuve en un pueblo al norte de la capital donde crucifican a tres personas; para ellos es un auténtico orgullo”.

No es la primera vez que Jorge sacará el paso. Ya lo hizo, por nuevo (un privilegio que les ofrecen a los jóvenes que cumplen 20 años), en el año 2010. Dice que este año, cuando entre en la Capilla de los Pasos Grandes se acordará de su tía, que falleció hace algunos meses. “Ella siempre estaba en primera fila viendo sacar los pasos, llevaré su pañuelo”, dice con profunda emoción.
“A pesar de que algunos años no he podido venir a la procesión, siempre he visto en directo la salida de La Escalera, bien por Skype o Facetime. Siempre algún familiar se ha acordado de mí y con su móvil ha podido contactar conmigo. Es complicado ver a 11.000 kilómetros y de madrugada cómo sale La Escalera. Es una mezcla de emoción y tristeza. Te falta algo. Sientes que tienes que estar allí”, asegura.
El Domingo de Resurrección, aún dolorido por el tremendo esfuerzo que supone cargar con este titánico conjunto, Jorge Martín tendrá que regresar a Manila. Otras 30 horas de viaje. Le quedará el consuelo de que cumplió con el rito y de que, en apenas, un mes se trasladará vivir a Francia. Entonces estará mucho más cerca de Rioseco y de su Escalera del alma.
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