Uno tiene que mirar al calendario dos veces para corroborar que ya es otoño y que a septiembre se le van cayendo todos los días. Y es que las temperaturas calurosas y las noches, casi veraniegas, podrían hacer pensar lo contrario. Las fotografías que hoy nos trae nuestro colaborador Julio Alberto Benavides pertenecen a un atardecer de hace unos días, en las inmediaciones de la ermita de Castilviejo. Los últimos girasoles luchan por no morir achicharrados por los inclementes rayos solares, a la espera de que una molturación, tras la cosecha, les convierta en un preciado líquido del color del oro. Mientras llegan las temperaturas otoñales sigamos disfrutando de este verano tardío y de las instantáneas de Benavides.
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