Dolorosa y multitudinaria despedida a Miguel Justo

La muerte aún por esperada y longeva es dolorosa, triste y cruel. La muerte cuando llega de manera inesperada, cuando ataca a personas que se encuentran en la flor de la vida es feroz, trágica, injusta y desalmada. Es el caso de Miguel Justo, un riosecano de 51 años que, de forma inesperada, se ha ido sin despedirse, víctima de un ataque al corazón cuando disfrutaba de su pasión: el deporte.

Este domingo, la iglesia de Santa María de Mediavilla ha sido testigo de un doloroso y multitudinario adiós a un vecino de Rioseco, conocido y querido. Miguel era deportista, muy sociable, hablador, dicharachero y divertido. El destino ha querido que se haya ido en el polideportivo que tantas veces frecuentó. Su familia, sus amigos y muchos riosecanos le han tributado una emotiva despedida en un caluroso domingo de julio.

Seguro que el bueno de Miguel, aprovechando la estupenda mañana, hoy estaría paseando por el Canal, montando en bicicleta o dándose un chapuzón en la piscina. Pero la tragedia se ha cebado con él y con sus familiares; con su mujer Ana y sus hijos Gema y Javier, que ahora deberán acostumbrarse a vivir sin la sonrisa de Miguelón.

Sus hermanos del Sepulcro, del que era cofrade como casi toda su familia, también han asistido al funeral, con la medalla al pecho y encabezados por la Vara Mayor de una cofradía que Miguel defendía por encima de todo y con la que desfilaba cada Viernes Santo con gran devoción a su Santo Sepulcro; ese imponente yacente que ahora recibirá a Miguel Justo en la eternidad.

La misa funeral por su descanso se oficiará este lunes en Santa María a las 19.30 horas. Desde estas líneas nos sumamos al dolor de sus padres, hermanos, familiares y amigos, en especial a su mujer Ana y sus dos hijos, Gema y Javier. Descase en paz, Miguel.