Parece que el tiempo se resiste a seguir en un eterno otoño, estamos en enero y los hielos típicos de estas fechas no llegan. Recuerdo los inviernos, de no hace mucho tiempo, en los que las intensas nieblas y el frío helaban hasta el aliento, los paseos en esos días gélidos por el canal, con sus aguas heladas, el encanto de los chopos desnudos que se perdían entre la niebla con sus ramas blancas por la cencellada que al caer rozaban mis mejillas, paseaba y paseaba dando tiritones hasta que llegaba al cálido ambiente del hogar, un caldo o quizás una sopa humeante me ayudaban a entrar en calor.
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