

En septiembre de 2011, los caminos de su vida le hicieron llegar a Medina de Rioseco para convertirse en su párroco. Desde entonces, poco a poco, se ha ido integrando en la vida cotidiana de la ciudad hasta convertirse en un riosecano más. Su nombramiento fue por seis años, pero no duda de que, si no ocurre nada extraño, su estancia en la Ciudad de los Almirantes se prolongará.
Natural de la localidad segoviana de Vallelado, Juan Carlos Fraile, tras estudiar Magisterio en la Universidad de Valladolid, realizó dos años de Filosofía en Burgos y cuatro más de Teología en Toledo, antes ordenase en 1985. Su primer destino estará en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Valladolid como vicario, y, tras realizar el servicio militar como sacerdote de la Marina, en Ferrol, será nombrado párroco de la Asunción, en el barrio vallisoletano de La Overuela, a la vez que desempeñará las funciones de delegado de Pastoral Juvenil del Arzobispado de Valladolid.
Más tarde, los caminos del sacerdocio llevarán a Juan Carlos Fraile a la vallisoletana parroquia de la Sagrada Familia y a ser director espiritual del Seminario, antes de que llegue a Medina de Rioseco para convertirse en su párroco. El pasado martes celebró los 30 años de su sacerdocio. Un día más, pero un feliz día, que también sirvió para volver la vista atrás y saber que de todos estos años se queda con “la alegría de compartir la fe con todos los fieles con los que cada momento he tenido que convivir”. El párroco riosecano no duda en asegurar que “he intentado estar muy cerca de la gente, y siempre las personas me han tratado muy bien, y me he sentido muy querido”.
Un «privilegiado» también con momentos de tristeza
No todo han sido momentos alegres, también les ha habido difíciles y de tristeza. Además reconoce que también tiene “la insatisfacción de que a lo mejor podía haber hecho más, de que reconoces que no eres omnipotente como creías al principio y lo ves con serenidad”. Aun así se siente un privilegiado “por la alegría inmensas de poder estar junto a las personas en todos los momentos, en los duros y los felices “ Ahora, con el poso que da 30 años de experiencia, envía un mensaje a todos sus parroquianos para recordarles que “lo fundamental es que reaviven la fe, que encuentre su alegría, el vivir la amistad con Dios, y que crezca la sensibilidad en la familia por la cercanía de Dios”.
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