La Virgen de las Nieves, su capilla y su cofradía (3ª parte)


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del arte

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Imagen de la Puerta de Zamora y la calle Fueravilla, en 1911.

El primer listado de bienes de la cofradía corresponde al 27 de julio de 1884, y en él se enumeran entre otros los siguientes enseres: “un estandarte rematado en una cruz de Palqué; una corona de plata Meneses; un frontal de altar; un arca de ceras, con 51 cirios pequeños y grandes; un ule (sic) para el altar y otro para la mesa; un guion viejo encarnado; 4 arandelas tornillo para las andas; almohadillas para las andas y una estampa para el guion viejo”. El reemplazo de algunos de ellos, dañados por su uso, es continuo. En 1911, por ejemplo, se vende un “manto viejo” de la imagen y se compra uno nuevo por el que se pagan 24,25 reales. Por entonces la Virgen de las Nieves, no sólo salía a la calle el 5 agosto, sino que también formaba parte del cortejo del Corpus Christi y la procesión de la Octava.

También el recinto pasa por numerosos arreglos y retoques. En las cuentas se observan partidas prácticamente anuales, destinadas a pintura, yeso o gastos de carpintería. En enero de 1886 se recoge uno más costoso, provocado por la caída de parte del techo de la sacristía, que rompió, entre otros enseres, el arca donde se guardaba la cera.

El retablo también fue objeto de arreglos. En 1873 se da cuenta de unos gastos extraordinarios, provocados por distintas reparaciones, entre las que figura el encargo realizado a Celedonio Vázquez por “pintar el retablo”. En el año 1900 son 2 reales los que se emplean en “papel dorado para arreglar el altar” (pan de oro) y otros 10 por el trabajo en el mismo.

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Listado de hermanos en 1892

Estos gastos imprevistos dieron lugar muchas veces a derramas entre los hermanos, o a solicitar ayudas externas. En 1891 y 1892, en la partida de ingresos se recoge por ejemplo una “limosna de la Marquesa”, de 42 reales, sin que se especifique el nombre o el título completo de la generosa donante.

Por estas mismas fechas llega a la capilla un nuevo objeto: la campana. El instrumento procede de la derribada iglesia de San Miguel, conocida popularmente como Ermita del Ángel. Al parecer, según recoge el libro de actas, la hermandad ya había solicitado en un primer momento al cura de Santiago dicha campana, entregándoles en préstamo, sin embargo, “la campana del Corrico de la Cruz”. En 1874, el obispo autorizó la compra de la de San Miguel a la cofradía de Las Nieves, que devolvió la anterior “con la mejora de la maza y el eje” y pagó por la segunda 100 reales. En este mismo año, las obras llevadas a cabo en la capilla, impidieron la celebración de los actos tradicionales, trasladándose la junta, la misa y la procesión al templo de Santa Cruz.

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Listado de hermanos en 1920

Circunstancias desconocidas, posiblemente vinculadas a la complicada situación política española, provocan un parón cofrade entre los años de 1920 y 1937. El 1 de agosto de este año se expresa el deseo de “reorganizar la extinguida cofradía”, bajo la presidencia del cura párroco de Santa Cruz, Fidencio Liébana. Se redactan unos nuevos estatutos, mucho más centrados en lo religioso que en lo festivo, en los que se especifica además la creación de nuevos cargos, como el de las “camarera de la Virgen”, que hará las labores de guardiana de los enseres de la imagen. Se decide también que la hermandad estará abierta a hombres y mujeres, por igual, aunque reservando a éstas un papel secundario, de simples acompañantes en la procesión, sin poder participar en su dirección. Por las dificultades económicas del momento, se retrasa el cobro de cuotas y se elimina la tradicional comida de los hermanos. Además se decide trasladar la fiesta de ese año al tercer domingo de septiembre, fecha que se mantiene durante algunos años, hasta que con posterioridad regresa a su origen, el 5 de agosto, que es la misma que tiene en la actualidad.

Finalizamos aquí este reportaje que sirve de sencillo homenaje a los cofrades de la Virgen de las Nieves, a los que fueron y a los que son. Porque gracias a su labor y su esfuerzo se ha mantenido vivo durante cinco siglos, este capítulo de la historia de Medina de Rioseco.

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