Vírgenes vestideras en Rioseco; por Teresa Casquete


Una irreconocible Virgen de Castilviejo preparada para la procesión

Hace ya unos cuantos meses que publicamos otra fotografía de nuestra patrona, la Virgen de Castilviejo, mostrando una imagen totalmente irreconocible bajo mantos, vestidos, rostrillos, bordados, alhajas, rosarios y demás adornos.

Castilviejo no fue la única imagen vestidera en Rioseco. En realidad la moda llegó a nuestra ciudad, como al resto de España, en el siglo XVII, con la corriente artística del Barroco, íntimamente relacionada con las ideas de la Contrarreforma católica. Se buscaba con ello dar el mayor realismo a las esculturas, para conmover con su contemplación, los sentimientos cristianos de los fieles. Para lograrlo se les colocaban pelucas de pelo natural, pestañas de lo mismo, ojos de vidrio, lágrimas de cristal, uñas y dientes de hueso o asta, y después se les vestía a la moda de la época, con sayas, corpiños, chupas, túnicas, mantos. Todo ello siempre realizado en telas ricas como tafetán de seda, terciopelos o brocados, producto de donaciones de devotos y fieles y que eran custodiados, al igual que las joyas propias de cada imagen, por un grupo de “camareras”, que se encargaban de cambiar el aspecto externo de las esculturas según la época litúrgica.

Tal fue la fiebre por cubrir vírgenes y santos con esta moda, que incluso imágenes que no habían sido realizadas ex profeso (las hechas para tal fin, se conocen como “de bastidor” o “de candelero” y sólo tienen talladas rostro, manos y en algunos casos, los pies), fueron adaptadas para que cumplieran tal requisito. Un ejemplo es la Virgen de Castilviejo, de quien traemos hoy otra curiosa imagen, pero en Rioseco, a pesar de las “misteriosas” desapariciones de muchas de ellas, aún se conservan otras tantas más. Un ejemplo es la Virgen Marinera, otra la Virgen de la Esperanza que se encuentra en uno de los retablos laterales de Santiago y que procede de la capilla situada en el antiguo Arco de la Esperanza. Otro ejemplo, sería la Virgen de las Nieves, que en la última restauración se descubrió que aún llevaba como ropa interior, un corpiño original del siglo XVIII en seda roja. Otros más, aunque de menor tamaño, los conservan la cofradía del Cristo de las Puertas en su capilla y los conventos de las Clarisas y las Carmelitas. Aunque este último, debido a su traslado y el descontrol que existe hoy sobre la colección artística (contraviniendo todas las leyes), desconocemos su paradero actual.

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