Una falta de educación evidente


María Sánchez Delgado

No es cuestión de incrementar el servicio de limpieza, que seguramente sería necesario; ni de aumentar el número de papeleras, que tampoco vendría mal; es cuestión de educación y de civismo. Cada fin de semana asistimos en la calle de las Armas (en otras vías también ocurre) a grupos de niños que deciden sentarse en la famosa ventana (que tantas generaciones ha visto pasar) a degustar sus chucherías. Sin problema, no hacen daño a nadie –faltaría más- pero ¿qué ocurre después? Que sin ningún miramiento y con una papelera a poco más de tres metros arrojan bolsas y otros desperdicios al suelo. Estos se llama falta de educación y cabe recordar que la educación comienza en casa.

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