Multitudinario y emotivo adiós a Sor Piedad

Una docena de sacerdotes concelebraron el funeral de la clarisa fallecida a los 51 años
La iglesia conventual de Santa Clara se quedó pequeña para acoger a los fieles

J.A.G.

Multitudinario y muy emotivo. Así ha sido la despedida que cientos de fieles han tributado a la religiosa Sor Piedad Cuadrado, monja clarisa de Rioseco, que falleció este viernes a la edad de 51 años tras luchar contra una larga enfermedad.

La iglesia conventual de Santa Clara se ha quedado literalmente pequeña para acoger a familiares, amigos y muchos riosecanos y vecinos de Villafrechós, localidad de la que era natural la fallecida. Una docena de sacerdotes han oficiado la eucaristía. El predicador Padre Ángel Fernández, asistente de la Federación franciscana, ha recordado que sor Piedad eligió la vida religiosa y para ella la muerte “es un tránsito hacia su amado Jesucristo”.

“Sor Piedad no tuvo una vida larga en años, pero sí muy amplia en entrega”. La religiosa lleva más de tres décadas en el cenobio riosecano. Ingresó en el convento el 12 de julio de 1986, tomando el hábito un año después. La profesión solamente llegó el 23 de agosto de 1992.

Tras una vida dedicada a la vida religiosa, que compatibilizó en los últimos años como bibliotecaria del convento y hospitalera del albergue de peregrinos existente en el propio monasterio, este viernes 27 de octubre fallecía en el Hospital Río Hortega de Valladolid. Tras la multitudinaria eucaristía, a la que acudieron muchas religiosas de Valladolid, Tordesillas, Medina del Campo e incluso Castil de Lences (Burgos), encabezadas por la presidenta de Federación de clarisas de Cantabria, Sor María Javier, fue incinerada.

Arropada por sus vecinos, ante la ausencia de algún alto cargo de la Iglesia
La vida de Sor Piedad fue de entrega hacia su vocación religiosa. Su muerte, a una edad tan temprana, ha causado conmoción en Medina de Rioseco y en su población natal de Villafrechós. Sorprende que a su funeral no acudiera ningún alto cargo de la iglesia, al menos de la diócesis de Valladolid. Monseñor Carlos Amigo no pudo acudir como en ocasiones anteriores al encontrarse en Málaga; tampoco lo hizo ni el Cardenal-arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez, ni el obispo auxiliar, Luis Argüello; el primero inauguraba un encuentro de profesores de religión. Hay momentos en la vida que ninguna obligación está por encima de circunstancias tan especiales como esta. Flaco favor ante una pérdida tan importante como esta; más si cabe cuando el convento riosecano queda ahora en una situación de debilidad, con tan solo tres religiosas octogenarias, una de ellas gravemente enferma. Pero con la Iglesia hemos topado y con doctores más que cualificados cuenta. Pero estas ausencias sorprendieron y dolieron entre muchos feligreses.

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