Las reinas sanjuaneras


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Según dicen, una de las pruebas más evidentes de que uno se hace mayor, es que se mira con añoranza hacia el pasado demasiado a menudo, y con frecuencia se recuerdan viejas anécdotas bajo el prisma de aquel viejo lema de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Las Fiestas de San Juan suelen ser un motivo para que los riosecanos se dejen llevar en esos  viajes mentales en el tiempo. Los festivales de San Peralta; los mozos de espadas limpiando espadas y estoques a las puertas del Hostal de los Almirantes, mientras decenas de fans aguardaban a sus ídolos, esperando fotos y autógrafos; los hermanos Peraltas frecuentando bares y cantinas riosecanas; el diestro Espartaco probando suerte en los coches de choque; la presencia de Paquirri y Lolita o de algún famoso del momento en algún establecimiento hostelero.

Las verbenas del Sport Garden; los encierros por La Rúa “al estilo popular”; las leyendas urbanas sobre los contenidos insalubres de algunas limonadas; la ambientación callejera de peñas míticas como la Tierra de Campos con su charanga y su burro. El ambiente nocturno de la verbena taurina; el grupo local Lamento gitano entonando por enésima vez la archiconocida “Rosa, rosa, rosa perfumada…”; los vigilantes de la Feria Agraria, provistos de garrota y tarjeta identificativa realizando su labor por El Paseo, los dos muñecos hinchables de Michelín situados a la entrada del recinto expositivo.

Las grasientas hamburguesas de la Churrería Susana atestada siempre de adolescentes y no tan adolescentes; aquellas divertidísimas becerradas protagonizadas por El Villano, o aquella otra que casi acaba en un striptease involuntario, en la que participaron los valientes diestros locales por un día, El Tuto y El Cascote. La algarabía de niños disfrutando en los caballitos del Tío Carreras; alguna vaquilla extraviada que creyó encontrar su camino entre las gradas de los tendidos de la Plaza de Toros…  Cuántos recuerdos… Y aun así nos faltan muchos.

En esa lista de evocaciones sanjuaneras no hemos nombrado la que protagonizaban todos los años un grupo de bellas jóvenes riosecanas: las Reinas y Damas de las Fiestas.

El Archivo Municipal de Valladolid, guarda una buena colección de fotografías de aquellas chicas que con sus trajes regionales presidían los actos del programa festivo. De ese repertorio dejamos aquí una muestra, para que nuestros lectores pongan nombre, apellidos y apodos (si cabe), a estas buenas mozas del Rioseco en blanco y negro. Y si pueden también, el año de su reinado.

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