La hiedra, la planta escaladora que trepa muros y tapias

En medicina popular, su hoja se ha utilizado como remedio para el dolor de muelas y cicatrizante de úlceras y heridad. Su madera es capaz de filtrar

Gonzalo Franco Revilla

Proseguimos con la sección Cuadernos del Naturalista con el análisis de una planta tan conocida como socorrida: la hiedra. Su verdor adorna y escala por muros y tapias y es caapz de convertirse en un tabique tan natural como colorido.

Nombre y características botánicas: La Hiedra (Hedera Helix) es una planta perteneciente a la familia de las Hederáceas. Con abundancia de esencias y resinas. Hojas alternas y palmeadas. Inflorescencias en umbelas compuestas. Flores hermafroditas y pentámeras con ovario ínfero formado por 2 a 5 carpelos u hojas carpelares. Fruto en drupa o baya. En los tallos fértiles, que no desarrollan las raicillas características, aparecen las flores, muy pocos vistosas y de color amarillo-verdoso. Su néctar es una importante fuente de alimento tardío para abejas y otros insectos. Produce pequeños frutos carnosos negros en forma de baya, que maduran a finales del otoño y se extienden a lo largo del invierno. Aunque son venenosas para los seres humanos, estas bayas forman parte de la dieta de muchas aves, que tras comerlas dispersan las semillas, contribuyendo así a su expansión.

Hábitat y Ecología: Son nativas de los archipiélagos de la Macaronesia, en el Océano Atlántico al norte de África; del oeste, centro y sur de Europa, el noroeste de África, el centro sur de Asia y el este de Japón. Son capaces de ascender, sobre la superficie de árboles y rocas, más de veinticinco o treinta metros por encima del nivel del suelo. La hiedra posee una gran capacidad de adaptabilidad, se encuentra muy extendida por toda clase de espacios paisajísticos, desde muros y roquedos, hasta los bosques, prefiriendo los lugares umbríos, desde el nivel del mar hasta los 1.400 metros de altitud. Se encuentra desde bosques antiguos hasta en parajes muy humanizados, así como en claros de bosques y olmedas atacadas por la grafiosis. En la geografía nacional medra con frecuencia en las olmedas de sotos y riberas, así como en paredes y peñascos. Con un crecimiento muy rápido, es capaz de cubrir completamente muros en muy pocos años, así como el suelo en los bosques hasta que encuentra algún árbol o pared para trepar. Las raíces adventicias solamente le sirven para adherirse a la corteza del árbol, aunque en contra de lo que se supone no es una planta parásita, pero llega a cubrir y ahogar a los árboles cuando con gran vigor invade su copa. Tolera bien la sombra densa para crecer pero sólo florece y fructifica a plana luz. Es una especie muy longeva, se dice que puede superar los 1000 años.

Usos y Etnografía: Como planta medicinal, la hiedra sirve por su valor antiespasmódico, contra la tos convulsiva y persistente. En medicina popular se ha utilizado la hoja en uso externo contra los dolores de muelas, así como cicatrizante de úlceras y heridas. El fruto, si bien posee propiedades febríguas, resulta purgante y vomitivo. La planta posee propiedades calmantes, antineurálgicas y resulta vasodilatadora en dosis reducidas y vasoconstrictoras en mayores cantidades. Aunque el ilustre botánico catalán Pío Font Quer, recomienda a los profanos en la materia, evitar su consumo interno y solamente emplear la planta en uso externo. La madera blanca, porosa y ligera se empleó como desecante, capaz asimismo de filtrar. Existía un consejo popular que decía que para separar el agua del vino aguado, bastaba ponerlo en un vaso de madera de hiedra; se comentaba que el agua de más no se filtraba y se salía el vino. Ya desde antiguo, por ser una planta de hoja perenne se la ha asociado con la inmortalidad. Se la puede encontrar en diferentes decoraciones de vasijas cerámicas de la Antigua Grecia. Estaba asociada también a Dioniso, pues se la atribuía la curación de la embriaguez si se la llevaba como guirnalda. Entre los celtas, la hiedra se consideraba protectora de los animales y es así porque realmente posee valor antiparasitario y forrajero, así como de la leche y la mantequilla. En el arte románico es muy frecuente la representación de esta planta, cuyo valor simbólico es el de unión, eternidad y vínculo entre enamorados, siendo frecuente como emblema heráldico y decorativo. Por ser tóxico y provocar vómitos el jugo de la hedera (por contener hederina, una lactona sesquiterpénica), no es aconsejable su consumo.

Existen varias advocaciones de la Virgen de la Yedra en nuestra región. Concretamente en Palazuelos de la Sierra y Madrigal del Monte (Burgos) y en La Adrada (Ávila). La hiedra se multiplica vegetativamente con enorme vigor, para lo cual se utilizan esquejes leñosos colocados en terreno definitivo. Resulta muy útil para cubrir muros y taludes de pistas y canales y como planta ornamental, pero hay que utilizarla con cuidado ya que a veces se hace casi imposible controlar su expansión por su facilidad de crecimiento e invasión de todo tipo de espacios. En jardinería se usa habitualmente la resistente variedad hiedra africana (Hedera maroccana).

Y para terminar nada mejor que  los últimos versos de un poema titulado Como una hiedra del escritor uruguayo Mario Benedetti:

“Como una hiedra sigo trepando
por el muro que existe de nuevo
y el sol perpetuo me reconoce
y por un rato soy la vida.”

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