La bellísima ejecutoria de Diego y Francisco de Palacios


Teresa Casquete Rodríguez. Licenciada en Historia del Arte

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Portada de la ejecutoria de hidalguía de Diego y Francisco de Palacios.

La magnífica página miniada que ilustra este reportaje es la portada de una ejecutoria de hidalguía a favor de los riosecanos Francisco y Diego de Palacios, concedida por el rey Felipe II. Francisco y Diego eran hermanos, nacidos en nuestra ciudad, vecinos de la misma y miembros de una de las importantes familias de mercaderes y financieros, que tanto brillo aportaron al Rioseco de los siglos XV, XVI y XVII. Este bellísimo documento, que hoy guarda la Biblioteca Nacional de Madrid, reconocía los privilegios que disfrutarían por su estatus social ambos hermanos y sus descendientes. Pero también las pruebas aportadas para esta confirmación, especialmente una muy valiosa para los historiadores y genealogistas, el desglose de los antepasados y la familia de los protagonistas del documento.

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Detalle de una página interior de la misma.

La ejecutoria da comienzo con una página de extraordinaria belleza, en la que entre motivos florales y joyeles, se representa el blasón familiar sobre el típico adorno de la heráldica renacentista, los cueros recortados: en campo de azur, una banda de gules perfilada en oro y cargada con seis aspas de oro, acompañada de cuatro flores de lis de oro, dos en lo alto y dos en lo bajo. Lo sostienen dos ángeles que actúan de tenantes del escudo, abrazando a la vez dos cornucopias. De gran virtuosismo es la miniatura con que se adorna la letra D capitular. De formas antropomórficas, se trata de una letra historiada que sirve de marco a una escena en la que se representa en plena acción al santo protector de España, Santiago Matamoros. La decoración no termina en la portada, sino que se distribuye a la largo de las siguientes páginas, que se adornan con capitulares realizadas en pan de oro y brillantes colores, y letras zoomórficas y antropomórficas. Toda una exhibición de la destreza del anónimo calígrafo y, en su conjunto, uno de los más bellos ejemplos de miniatura producida durante el Renacimiento español. Como anécdota destacaremos que en el documento se nombra repetidamente a Medina de Rioseco como Medina de Ruyseco.

La familia Palacios tenía su origen en la villa de dicho nombre (Palacios de Meneses, hoy Palacios de Campos). El fundador de dicho linaje había sido Sancho Fernández de Palacios. Que según cuentan las crónicas ganó su blasón en Francia, combatiendo con un caballero de esta nación. Fama que reafirmó más tarde, en 1456, al participar de forma destacada en la reconquista de Jimena de la Frontera. Casó con Constanza Rodríguez de Villandrando, hermana del primer conde de Ribadeo. Su sepultura está en la capilla mayor de la iglesia de Palacios de campos, templo que sirvió de enterramiento a otros miembros del clan. Fue tatarabuelo de los propietarios de la preciosa ejecutoria y también del insigne Álvaro de Benavente. Ambas familias, los Benavente y los Palacios, estaban emparentadas, entre si y con otras destacadas sagas mercantiles riosecanas: los Aguilar, los Medina, los Espinosa, los Pinto, los Villasante o los Cuadrado. De esta manera Álvaro de Benavente resultaba ser primo tercero de Francisco y Diego de Palacios, y esa fue la razón por la que aparece en el pleito sobre la hidalguía de éstos como testigo.

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La heráldica de los Palacios en el blasón de los Benavente
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