El secreto valor de los héroes y heroínas anónimos

Rioseco despidió el miércoles a los 86 años de edad a la popular riosecana Josefa Abril, madre de doce hijos y esposa de Miguel Fernández

Miguel García Marbán

No han escrito una maravillosa novela, no han proyectado grandes rascacielos, no han descubierto una importante vacuna, no han batido el record de los 100 metros lisos, no han dado la vuelta al mundo, no han marcado un gol en la final de la Liga de Campeones, no han aprendido a hablar en cinco idiomas, no han escalado el Everest, no han creado una multitudinaria red social, no han compuesto una bella sinfonía, y, sin embargo, su paso por esta vida ha dejado una profunda e indeleble huella. Son los héroes y heroínas anónimos y cotidianos. Hombres y mujeres que han protagonizado vidas intensas, llenas de emociones, alegrías, tristezas e ilusiones. No han salido en periódicos, ni en la tele, pero el día a día de su vida ha sido un ejemplo de gratuidad y de generosidad, en definitiva, de una singular heroicidad.

josefaEl pasado miércoles Rioseco despedía en la iglesia de Santiago a una de sus heroínas anónimas, Josefa Abril, conocida por todos como Jose, que fallecía el día anterior a los 86 años de edad. ¿Acaso no es una mujer de gran valentía la que ha puesto en la vida, criado y educado a 12 hijos (hay que rebuscar en la reciente historia riosecana para encontrar un caso igual), la que ha mantenido la llama viva de un matrimonio durante más de 60 años, la que cada nuevo día encontraba un nuevo motivo para vivir, ser feliz y hacer felices a los demás?

Su marido, Miguel; sus hijos, Miguel, José, Antonia, Carmina, Casto, Adela, Vicenta, Salva, María José, Julián, Andrés y Montse; sus nietos y resto de familiares, entre ellos su hermana Pilar, tienen que saber que su esposa, madre y abuela no se ha ido, que su cálido aliento permanece junto a ellos en cada uno de los momentos y las alegrías vividos junto a ella, que a poco que levanten la vista la verán con esa sonrisa imborrable, siempre junto a su amado Miguel, con esa tranquilidad inmutable y envidiable de las personas que saben que el mejor momento es el instante preciso que se está viviendo.

Ahora, con gran emoción, Jose ya se encuentra junto a sus queridos padres, José y Flores, y junto a sus hermanos Andrés y Salva, todos unidos por la especial devoción al Nazareno de Santiago. ¡Cuántas tardes de Jueves Santo entrando en la iglesia de Santiago! ¡Cuántas tardes de Jueves Santo recibiendo en su casa a los hermanos de La Dolorosa¡ ¡Cuántos momentos para el recuerdo y la emoción!

Estás palabras en recuerdo de nuestra querida Jose sirvan de homenaje a todos esos hombres y mujeres que dejaron escritas las páginas más importantes de la vida diaria, de nuestras vidas.

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