Dos torres y una espadaña


David Carpintero Gil

A veces no somos conscientes de lo privilegiado que es vivir en Rioseco, al menos en lo que a patrimonio se refiere. Pasear por sus calles es un ejercicio lleno de sorpresas; pues en cualquier rincón surge una perspectiva nueva, diferente, increíble… bella. Es el caso de esta fotografía en el que se concitan dos campanarios: el de la emblemática iglesia de Santa María y su afilada torre, y el de Santa Cruz, un campanario más al uso, macizo y cubicado. Por encima de la tapia, en este caso el de otro monumento, la Plaza de Toros, se eleva tímidamente y entre los árboles una pequeña espadaña donde se acomoda la campana de la iglesia conventual de San José, coronada por un pesado nido de cigüeña. Es la magia de las perspectivas. Hagan la prueba: paseen y miren, luego descubran y, por supuesto, disfruten.

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