Cuando El Juli rejoneó en Rioseco


Teresa Casquete Rodríguez

juli1A todas las viejas anécdotas de las que ha sido protagonista la plaza de toros de Medina de Rioseco, vamos a sumar hoy otra más, eso sí, no tan lejana en el tiempo como las anteriores. La tarde en la que el diestro Julián López El Juli, pasó de ser torero a pie a serlo a caballo, aunque fuera durante unos minutos.

No era la primera ocasión que el centenario coso riosecano veía tal metamorfosis taurina, y que ésta ocurría durante el desarrollo del tradicional festival organizado por los hermanos Peralta. Fueron los protagonistas de antaño Jaime Ostos y “El Cordobés” -este anunciado como tal en los carteles-, y de ésta que traemos aquí, el torero madrileño, que ese año encabezaba por segundo año consecutivo el escalafón de matadores de toros.

La tarde del 26 de junio del año 2000, compartían cartel Rafael Peralta, Fermín Bohórquez (padre), Paco Ojeda, Jorge Manrique, Jesulín de Ubrique, Morante de la Puebla, El Juli y el novillero Álvaro Montes (hoy subalterno precisamente de Juli), con ganado, como también era tradición, de Viento Verde.

juli2Precisamente en la primera de las fotografías vemos al protagonista de la historia, Julián López junto a Rafael Peralta. En la barrera el riosecano Ramón Criado, ex director de TVE e íntimo amigo de Peralta. Y en torno al burladero doble Manolo Morilla, apoderado entonces de Jesulín, los banderilleros Manuel Muñoz Sevillita (que en la famosa serie Juncal interpretaba el papel del maletilla Cabañero), Manolo Corona, Lili y Sánchez Araujo, y a un jovencísimo Morante, con la cabeza vuelta y charlando.

En las dos imágenes restantes pueden distinguirse al fondo a riosecanos asiduos a estos entrañables festivales, como el matador Jorge Manrique y su hermano Raúl, José María Rueda El Chemo Luis Ángel Fernández, haciendo las veces de corralero y alguacilillo, entregando las orejas.

juli3La plaza, como puede adivinarse en las instantáneas, aún estaba en plenos trabajos de restauración, con los tendidos reconstruidos con ladrillo huecomuro y sin cubrir con las losas de piedra caliza que tiene en la actualidad.

Según aseguran las crónicas periodísticas de la época “El Juli estuvo inmenso en todos los tercios de la lidia de su novillo. Variado con el capote, espectacular en banderillas y templado con la muleta. Recetó un repertorio de su toreo y tras cobrar una buena estocada paseó las dos orejas”. En el ambiente distendido y festivo que presidía la calurosa tarde, Rafael Peralta le invitó a rejonear con él, iniciativa a la que se sumó Bohórquez, prestando un caballo de su cuadra. “El madrileño, mostró sus dotes de excelente caballista, y puso un buen par de banderillas. El resultado fue una oreja que los tres compartieron”, finaliza el reportaje.

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