La casa de los Solórzano, en el Corro de San Miguel


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte.

Escudo de los Solórzano en Medina de RiosecoEn el Corro de San Miguel se encuentra una de las piedras armeras más añejas de cuantas se conservan en Medina de Rioseco. No es la de mayor antigüedad, porque como veremos en próximos capítulos, existen aún otras anteriores en el tiempo, pero en este caso el blasón perteneció a un famoso artista, Bartolomé de Solórzano.

En el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid se encuentra el documento que reconoce su hidalguía y en el que se asegura que era vecino de Medina de Rioseco e “hidalgo de padre y abuelo”. La fecha de esta carta, en la que se ordena el respeto a los privilegios que como hidalgo tenía Solórzano, es del 19 de junio de 1484. El aspecto de la talla del escudo nos lleva a esos años finales del siglo XV o a los primeros del XVI, por lo que es muy posible que fuera un encargo del mismo Solórzano o de algún descendiente inmediato.

La familia de los Solórzano estaba afincada en la zona comprendida entre Palencia, Valladolid y Medina de Rioseco, aunque su procedencia se localizaba en la comarca de Transmiera (Santander), lugar de origen de numerosos maestros canteros.

Del primer Solórzano del que tenemos noticia en Medina de Rioseco es precisamente de este Baltasar de Solórzano, considerado el iniciador del estilo hispano-flamenco en la arquitectura palentina y vallisoletana. Se sabe muy poco de sus orígenes, que nació en torno a 1440 y que tenía al menos tres hermanos, Pedro, Sancho y Martín Ruiz de Solórzano. Fue cantero del cabildo de la Catedral de Palencia y más tarde Maestro Mayor de la misma institución. En esta ciudad vivía en 1483, año en el que fue nombrado su regidor. Los encargos le obligaban a cambiar de residencia continuamente y en 1484 se convirtió en vecino de Medina de Rioseco. Fue entonces, cuando solicitó la confirmación de su hidalguía, posiblemente para salvarse del pago de impuestos propios de los pecheros o para el acceso a algún cargo municipal. En 1489 había cambiado de nuevo su vecindad a Valladolid, autodenominándose entonces “maestro de geometría”.

Escudo de los Solórzano en Aguilar de Campoo

Fue también Maestro Mayor de la Catedral de Oviedo y entre sus obras se encuentran el primitivo puente de Boecillo, la iglesia del convento de Santa Clara y la del convento de Santa Isabel, ambos en Valladolid, y la sacristía y la capilla mayor de la iglesia de San Lázaro, en Palencia.

Además de ser arquitecto, tuvo negocios como prestamista y también como mercader de granos. Se sospecha que murió en 1509, durante un accidente ocurrido en las obras de la sala capitular de la seo palentina, en el que resultaron heridos graves y muertos, dieciocho trabajadores que se encontraban en esos momentos elevando una piedra, que cayó sobre los andamios.

Estuvo casado con María Paz, a la que en 1514 se la reconoció una pensión de 3.000 maravedíes, como viuda que era del antiguo maestro mayor de la Catedral de Palencia. Tuvo con ella una hija, de la que se desconoce su nombre, que estaba casada con un tal Pedro de Paredes y un hijo, Gaspar de Solórzano, que le sucedió en el oficio de arquitecto y a quién se debe el diseño de las bóvedas de crucería estrellada de la iglesia de Santa María, fechadas en 1516.

Escudo de los Solórzano en Laredo

Parte de esta familia afincó su residencia en Medina de Rioseco, desempeñando el oficio de mercaderes. De entre ellos destaca el famoso Bartolomé Salvador de Solórzano (nacido en Rioseco en 1544), autor del primer tratado de contabilidad basado en la partida doble (el debe y el haber) y a quien nuestro compañero Gonzalo Franco, dedicó un interesante artículo en su sección de biografías riosecanas. También tenemos noticias de escribano de Rioseco llamado Ambrosio de Solórzano, del que se conservan varios pleitos por la adquisición de unas ropas de luto no pagadas. Y de Antonio de Salas Solórzano, hijo de Fernando de Solórzano y de Catalina de Barahona, nacido en Medina de Rioseco y que en 1512 pasó a Nueva España en la expedición del licenciado Lucas Vázquez de Ayllón.

De la histórica vivienda en la que se asentaba dicho blasón nada queda. Fue derribada hace escasos años y sustituida por otra moderna, desapareciendo las piedras de sillería originales de la fachada, el poyo para subir al caballo que existía junto a la puerta, el diseño primitivo de los vanos y la planta original, que fue alterada.

La casa fue con posterioridad comprada por un miembro de la antigua familia Aguilar, por lo que se llegó a pensar erróneamente que el blasón correspondía a este linaje. Sin embargo un estudio pormenorizado del mismo y la consulta de libros especializados deja bien a las claras la pertenencia al linaje Solórzano. Se trata de un escudo cuartelado, con un árbol entre dos lobos pasantes con presas en sus bocas en el primer cuartel; en el segundo y tercero, tres hoces (en recuerdo de su origen en el valle santanderino de Hoz de Anero); en el cuarto, tres flores de lis; todo ello rodeado de una bordura con diez sotueres. Como prueba de esta adjudicación aportamos la imagen de otros escudos usados por otras ramas familiares de  los  Solórzanos, en los que se aprecia perfectamente la similitud con el blasón riosecano.

Varios escudos usados por distintos linajes de los Solórzanos
share on: